Conscientes del tiempo. Una quedada AR's.
Son las 07:30 a.m. de un domingo.
El rocío sobre la hierba del Parque Amate aún puede apreciarse desde la
ventana. Parece fresco y crujiente. El sol comienza a asomar a través de los
árboles, pero no está aún del todo listo para entregar el calor y energía al
que nos tiene acostumbrados en esta ciudad. Es prácticamente una mañana más de
un mes de noviembre algo atípico.
Ataviado con mi indumentaria
running, pronto descubro al salir de casa que el aire tiene algo de mordisco,
aunque me digo ‘no hace tanto frío’. En realidad me estoy mintiendo. Siempre
digo eso de ‘si no tienes frío antes de salir a correr es que vas demasiado
abrigado’. No sé dónde lo leí o escuché pero puedo asegurar que así es.
Me dirijo a la rotonda 1º de
Mayo, listo para hacer nuestra “tirada de los domingos”. Hoy tocan 25 kms a
ritmo de 5’10’’/km-5’15’’/km. Al menos eso es lo que indiqué en el grupo de
WhatsApp de quedadas AR’s. Poc@s se fían de mis propuestas de ritmo y no los
culpo, reconozco que normalmente me vengo arriba.
Allí estaban todos (o casi). Sus
caras de ilusión poco tenían que envidiar a las que tenían cuando eran niños y
tocaba la hora del recreo. Todos dispuestos, con sincronización GPS de relojes incluida,
arrancamos.
A los pocos kms, alzo la vista y
observo que el sol está más alto en el cielo. Poco a poco, empezamos a
encontrar nuestro ritmo. El otoño está en pleno efecto y el suelo está suave
aunque algo húmedo y plagado de hojas caídas que crujen con cada zancada. Mi
mente no piensa ahora en el trabajo, ni en mis frustraciones y, mucho menos, en las cosas que sacan lo peor de mí.
Resisto la tentación de
incrementar el ritmo, de aumentar la rotación de mis piernas, de seguir
corriendo cada vez más rápido. 'Aún quedan 16 kms' pienso. El aire fresco de
noviembre ya no es tan fuerte. Mis piernas parecen deslizarse sobre el terreno
con una cadencia de unos 180 pasos por minuto manteniéndome como una pluma. Con
cada paso me siento cada vez más conectado al asfalto. Más libre.
Mi mente divaga, pero con serena
intensidad. Pienso ahora en la familia, en los amigos, en la pandemia, en
escribir ideas, en todo un poco. Todo procesado y clasificado a 4x de velocidad.
No dejo de ser consciente de dónde estoy y qué estoy haciendo este mismo
momento. Consciente además del ritmo que llevan los de delante. ‘Así, no
completo los 25 kms’, me digo.
El tiempo no permanecerá. El
tiempo transcurre. El tiempo no es renovable. Parece tomar velocidad a medida
que avanza la vida. Parece incrementar su ritmo y cadencia. Como cualquier otra
cosa, es un recurso consumible. Y, pese a que los recursos tienen un alto
valor, también tienen límites y restricciones. Deben conservarse y ser
utilizados de manera eficaz. Por ello, pienso en lo esencial de ser consciente
y tener un propósito de cómo invertir nuestro tiempo. En ese momento soy
consciente de que la inversión no puede ser más ventajosa.
A veces me preguntan por qué
corro. La respuesta, para mí, es simple: me encanta. Me convierte en una mejor
persona. Inculca valores como la disciplina, el trabajo duro y el compromiso.
En mi opinión, es un buen uso del recurso tiempo.
Extasiados y casi sin aliento,
completamos los 25 kms. Al final, 4’50”/km marca mi Polar. Como para fiarse.
Gracias AR’s por un día más.
Alberto Solís